unOtroBlog

miércoles, agosto 17, 2005

caligrafía (I)

Tuve problemas con la caligrafía. Los caracteres rectos me salían torcidos. Pero no se trataba sólo de un problema de torpeza, sino de búsqueda. Intuía que el alfabeto remitía a algo ancestral, por lo que, si violentaba sus formas, quizá saliera el objeto en que se había inspirado cada uno de esos signos. La letra es la unidad lingüística mínima, no se puede descomponer, no significa nada, pero es capaz de diferenciar significados. Eso es lo que dice la gramática y sin embargo uno siente que las letras son, cada una en sí misma, un ecosistema, un mundo, una geografía. Cualquiera que de pequeño haya recitado las vocales sabe que ahí había un relato oculto, un mensaje secreto, un jeroglífico que nos pasamos desentrañando el resto de la vida.

Para ordenar el sentido, hay que haber aprendido antes a disponer con gracia el sinsentido. El sentido es el sinsentido colocado con arte. De la eme absurda, pero bella como un acueducto, o de la "a" irracional, pero acogedora como un nido de golondrina, pasábamos al "mi mamá me mima" que alumbraba, de repente, un significado, sobre todo si tu mamá no te mimaba. Hay niños que fracasan en la caligrafía porque han fracasado en la vida. Una de las cosas que más ciegamente llevan a la escritura es la decepción alfabética. Nos vengamos de no haber sabido hacer palotes escribiendo relatos sobre las mamás de nuestros compañeros. A los maestros les preocupa mucho la caligrafía porque están convencidos de que quien no es capaz de ordenar una página tampoco podrá ordenar el mundo. Se equivocan: la caligrafía es un orden, sí, pero no el único. Al niño que mancha la cartilla Rubio hay que interpretarle la mancha, que también es un signo.()

3 Comments:

Publicar un comentario

<< Home